miércoles, 5 de febrero de 2014

Ikki, el Ave Fénix, otro gran antihéroe

Hace unos días escribí sobre Vegeta, uno mis antihéroes favoritos de la niñez, y hace tiempo sobre Albram Dorogant, mi antihéroe favorito de la literatura de estos tiempos, así que he decidido complementar la terna hablando de Ikki, el caballero Fénix, mi primer antihéroe favorito allá por mi lejana infancia.
Antes que nada, aclaro que mis conocimientos del personaje corresponden exclusivamente al anime Los Caballeros del Zodíaco, al igual que en el caso de Vegeta, porque desconozco los mangas. A eso hay que añadirle las posibles lagunas mentales propiciadas por el paso del tiempo, aunque vi la historia tantas veces cuando niño que quizás no haya muchas.
Ikki es un huérfano que junto con su adorado y sobreprotegido hermano menor, Shun, es seleccionado por el magnate Mitsumasa Kido (he oído que según el manga es su padre biológico) para ser dispersado por el mundo junto con otros ocho niños y así consiga ser un caballero y guardián de Atena, la pequeña que Mitsumasa ha adoptado como su nieta.
Los lugares a los que serán enviados los diez niños son sorteados por Tatsumi, el tirano y fiel sirviente de Mitsumasa. La mala suerte hace que a Shun le toque ir a la Isla de la Reina Muerte, una especie de volcán en erupción perdido en el océano del que muy pocos han logrado salir vivos y no exentos de deformaciones tanto físicas como mentales. Tatsumi le garantiza a Shun que sus posibilidades de sobrevivir son prácticamente inexistentes, por lo que Ikki, como hermano mayor y sobre protector, exige ir en su lugar argumentando que necesita vacaciones.
Su determinación y la fuerza de su carácter convencen a Mitsumasa, aunque Tatsumi, furioso por la irreverencia del niño, lo golpea hasta casi matarlo. Cinco años después vuelven uno a uno aquellos chiquillos ya convertidos en caballeros de bronce e inician un torneo para determinar quién de ellos merece portar la armadura dorada de Sagitario, la misma que el moribundo caballero Aioros le entregó a Mitsumasa junto con la bebé Atena.
Cuando ya se han desarrollado varios combates, aún falta un caballero por regresar, y es precisamente Ikki. Pero de pronto aparece portando la inmortal armadura del Fénix y exhibiendo un poder capaz de aniquilar a todos los demás caballeros de bronce juntos. Su primera víctima es su hermano, a quien al parecer ya no adora sino que, por el contrario, busca eliminarlo por débil y sentimental.
Ikki roba la armadura dorada y rodeado de una escolta de caballeros negros dispuestos a morir por él les declara la guerra a los demás caballeros de bronce. Curiosamente sólo cuatro aceptan el desafío: Shun, Shiryū, Hyōga y Seiya. La batalla es muy dura, los caballeros del bien derrotan no sin dificultad a los caballeros negros, pero el principal problema es que Ikki es tan poderoso que puede vencerlos sin dificultad a todos juntos.
Cuando milagrosamente lo derrotan, aparecen más enemigos enviados por el malvado Patriarca del Santuario para robar la armadura. Esta vez se trata de Docrates, un gigante y poderoso caballero que hará sufrir mucho a los caballeros de bronce antes de dejarse matar. Pero en ese inicio de la batalla tiene una breve pelea con un malherido y moribundo Ikki, en la que éste se muestra incluso muy superior al gigante, logrando someterlo y sepultarlo entre una avalancha de piedras.
Ikki también muere sepultado en esa batalla. Pero se trata del caballero del Fénix, una ave inmortal. Poco tiempo después, Shun se ve fácilmente vencido por otro enviado del Santuario, el caballero del fuego, pero poco antes de morir aparece su hermano mayor, revivido por el calor de las llamas y tan poderoso como siempre, capaz de derrotar al enemigo en un instante. Pero aunque Ikki ha vuelto ya sin odio en el corazón, sigue siendo temperamental, hermético y realista. Pronto tiene problemas con Seiya y se aleja del grupo, aunque continúa siendo fuel a Atena.
Para ese entonces, el Patriarca ha decidido que sus caballeros de bronce no son rivales para los otros caballeros de bronce y optado por enviarles caballeros de plata para que los exterminen, y ciertamente son muy fuertes, ponen en serios apuros a todos, menos a Ikki. Él se enfrenta a dos a la vez, Dante y Capella, a quienes derrota con una increíble facilidad no sin antes ridiculizarlos.
La realidad es que Ikki desde el inicio de la serie si bien no es igual de poderoso que un caballero de oro, sí es muy superior tanto a sus iguales de bronce como a los arrogantes de plata. En una ocasión se ve sometido por dos caballeros de plata, Shiva de Pavo y Agora de Loto, pero eso se debió a que desde lejos Shaka de Virgo los estaba ayudando. En cuanto Atena interrumpe la meditación del caballero dorado, Ikki vence a sus rivales sin demasiados problemas y parte para enfrentar al mismísimo Shaka, quien acaba de tratar a Shun, Shiryū y Seiya como a niños indefensos y sugiere que si han llegado hasta la casa de Virgo es porque los demás caballeros dorados traicionaron al Patriarca.
Ikki logra poner en serios aprietos al poderoso Shaka y aunque no lo mata sí lo quita del camino de sus compañeros. Horas después, por obra y gracia de Mu de Aries, regresa justo cuando Seiya se encuentra casi derrotado por el malvado Saga de Géminis, el caballero dorado que se ocultaba detrás del rostro del Patriarca. Ikki no logra vencer a Saga, quien es quizás junto con Shaka el más poderoso, pero sí puede distraerlo para que el héroe Seiya salve a Atena.
Después vuelve a aparecer en la batalla de Asgard, y una vez más cuando su hermano está a punto de ser asesinado, esta vez por Mime de Benetnasch. Ikki lo derrota pero le cuesta una de sus frecuentes muertes. Y vuelve a revivir y de nuevo para salvar a su hermano de las garras de Bud de Alcor, a quien vence tras muchas dificultades. Al final de la batalla pelea valientemente y puño a puño aunque sin éxito contra el poderosísimo Siegfried.
En el mundo marino llega a humillar con su enorme poder a Kasa de Lymnades, y a salvar, otra vez, a su hermano que está a punto de morir. Después inicia una larga y dura pelea contra el Dragón Marino, quien no es otro que Kanon, el malvado hermano gemelo del también malvado Saga de Géminis. No lo derrota, pero por momentos lo pone en serios aprietos.
En la saga de Hades, Ikki sigue siendo el mismo antihéroe, solitario y sarcástico ante la difícil situación. Aparece, como es su costumbre, a media batalla pero esta vez no para salvar a su hermano sino a su anterior enemigo, Kanon de Géminis, el hombre que arrepentido de sus pecados ha vuelto a ser un caballero dorado y totalmente leal a Atena. Ikki demuestra su terrible poder que intimida al propio Hades al vencer sin muchos preámbulos a  Aiakos de Garuda, uno de los tres terribles jueces que protegen al dios del inframundo.
Al final de la saga obtiene, al igual que sus compañeros, una armadura celestial, no sin antes usar prestada por unos minutos la del poderoso Aioria de Leo. Aunque su gran poder sigue siendo incuestionable, las circunstancias, como siempre, minimizan su protagonismo a favor de Seiya, el héroe, quien siempre termina salvando la situación. Pero a mí Ikki, el antihéroe, siempre me pareció mucho mejor personaje que Seiya, será acaso por mi afición por los antihéroes o porque su historia, a fin de cuentas, es más interesante.

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