domingo, 28 de octubre de 2012

Albram Dorogant, de El príncipe de la soledad


El príncipe de la soledad, de Adam J. Oderoll, es una novela que está adquiriendo, según he visto, gran popularidad en algunos blogs, donde la catalogan como una obra maestra (puede descargarse gratis AQUÍ). Tan buenas reseñas he encontrado que me decidí a leerla y ahora me consta que sobre su calidad no se ha exagerado.  Me dejó gratamente sorprendido el protagonista, Albram Dorogant, por los misterios que giran a su alrededor, la manera en que están planteados y lo interesantes que resultan.
El personaje más atractivo de una novela es casi siempre aquél que está lleno de misterios. Pero no cualquier escritor sabe rodear de buenos misterios a sus personajes. Y cuando uno sí lo logra, el lector incluso desea que los misterios no se aclaren para seguir disfrutando de ese personaje tan fantásticamente interesante.
A Albram se le conoce por varios nombres: Albram Dorogant, nombre que heredó de su padre; o Albram Ra lun Dorogant, una variante de su nombre que le dio su abuelo materno para aristocratizarlo y evitar así que fuera discriminado; y también el de Honorable Juez Albram I Dorogant, que es el titulo que lo convierte en uno de los seis personajes que imparten la justicia en el Círculo, el lugar en el que su destino, muy a su pesar, lo obligó a vivir.
Este interesante joven pertenece, a medias, a una aristocrática familia que tiene el privilegio de que uno de sus miembros sea uno de los seis jueces. El abuelo materno de Albram, Olfen Ra lun Airlurfan, no sólo fue un respetado juez, también un brillante estratega militar que devolvió, tras una difícil guerra, la paz a los habitantes del Círculo.
Cuando Olfen muere, aun teniendo un hijo varón, de manera inesperada hereda su puesto a Albram, quien pasó a ser el juez más joven de la historia, y también el más irresponsable y apático en sus funciones. Y precisamente cuando Albram empieza a ejercer su puesto de juez, también empiezan los problemas para el Círculo. La guerra, erradicada por años, se aproxima de manera inevitable, pero no es el único ni el mayor problema. Los aristócratas, los que mandan, no pueden saciar su sed con agua común, requieren de una muy especial que sólo existe en un río y que repentinamente se empieza a agotar.
Presionados por el miedo a desaparecer, los aristócratas empiezan a actuar de forma diferente a como lo venían haciendo, y rompiendo las leyes que los han regido por siglos, fijan su mirada en los inferiores -los seres humanos-, cuya sangre es capaz de sustituir el agua que están perdiendo. Pero a Albram todos estos problemas lo tienen sin cuidado. Él no es como los demás aristócratas -de hecho ellos no lo consideran como uno de los suyos-, no comparte sus problemas y los odia más que ellos a él.
Ante las dificultades de los aristócratas, Albram se muestra apático y burlón. Cuando llega la guerra, teniendo a su mando al temible ejército que le heredó su abuelo, va al campo de batalla, pero sin llegar a un acuerdo con los demás jueces y sin decir de qué lado va a pelar.
Ya en la guerra, Albram se revela como un gran comandante, valiente como el más fiero soldado y astuto como ningún otro aristócrata. Se da cuenta antes que otros de los peligros que se ocultan detrás de la primera batalla. Se entera gracias a su inteligencia y al desarrollo de los acontecimientos de que hay seres malvados y poderosos que manipulan a los que fueron al campo de batalla y de que nada a fin de cuentas es lo que parece.


Al final de la novela Albram deja un extraordinario sabor de boca. El lector queda satisfecho con la revelación de sus misterios, pero surgen otros y los que quedaron pendientes se hacen más extraños y más interesantes.
Lo que es imposible saber en esta primera entrega -espero que ya ande por ahí pronto la segunda parte, porque quiero devorarla ya- es lo que Albram pretende. Sus objetivos no quedan del todo claros, y su peligrosidad y el hecho de que no es tan malo como trata de hacer creer apenas puede percibirse. O quizás es más malo de lo que aparenta y trata de limpiar un poco su negra reputación. Es difícil decir con certeza algo sobre él porque es un maestro del engaño; y es también un personaje extraordinario al que no está de más seguirle los pasos.

2 comentarios:

  1. No he querido terminar de leer el post, porque me acabo de encontrar a un personaje de novela fantástica que no conocía, y eso merece celebrarse con una lectura reposada y concienzuda de la obra, cosa que haré en cuanto mis obligaciones me lo permitan.
    Llegué aquí leyendo cosas sobre "El Conde de Montecristo" y he descubierto un blog apasionante. Mis felicitaciones, y no será la última vez que me deje caer por él.

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    1. Gracias, trato de tener un blog diferente sobre literatura hablando no de las novelas sino de los personales. Sé bienvenida.

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