martes, 17 de julio de 2012

Jones, de La conjura de los necios


Si bien es cierto que el personaje más interesante, aparte de protagonista, de la magna obra de John Kennedy Toole, La conjura de los necios, es el más necio aún Ignatius J. Reilly, hay otro personaje en la novela que se sabe ganar toda la atención de los lectores; me refiero a Jones, al muy interesante negro Jones.
Oculto en unas gafas negras y en una nube de humo que expulsa el cigarro que siempre lleva en la boca, Jones habla sin que nadie se lo pida, sólo le basta tener enfrente a alguien para dejar aflorar sus sarcásticos comentarios, sus aparentes quejas debido a su pobreza por ser negro. Pero no son realmente quejas, son expresiones simples sin odio, propias de su personalidad de negro que quiere reírse de sus desgracias porque sabe que no puede hacer cosa mejor.
Acosado por la policía, Jones se ve obligado a buscar trabajo porque de lo contrario lo meterán en una celda por holgazán. De su situación se entera accidentalmente Lana Lee (no, no es la novia de Superman, si se fijan bien el apellido varia). Lana es la dueña del Noche de Alegría, un antro de mala muerte donde trata peor que a esclavos a sus empleados y vende bebidas que en el mejor de los casos pueden provocar unas semanas en cama. Lana contrata a Jones por un sueldo que raya en la ilegalidad, aprovechándose de su difícil situación, aunque él prefiere decir que lo compró.
Cansado de malos tratos y de un sueldo miserable, Jones, sabiendo que en el negocio de Lana son ilegales hasta las luminarias, emprende una sistemática tarea de sabotaje en la que encaja a la perfección un gordo problemático aparentemente loco al que apenas ha visto algunas veces a distancia, pero sabe que se llama Ignatius.




Jones ha sido el personaje que más me ha gustado. Lo ignoro, pero sospecho que es una especie de precursor del negro cómico que después de él inundó las películas hollywoodenses. A muchos críticos literarios también les ha encantado Jones, porque es un logro del autor quizás de la talla del propio de Ignatius. No es un personaje que propague racismo negro ni rencores reprimidos en una época en que los ánimos estaban muy calientes; a pesar de sus constantes quejas como: “Usted cree que a los negros nos venden las cosas a precios especiales”, frase que utiliza para quejarse de su sueldo, su astucia sólo le sirve para vengarse de su jefa, a la que le toma la medida desde el principio.
Otro aspecto importante de Jones es su extraordinaria deformación del idioma ingles, algunas veces su jerga es apenas entendible y eso le da más valor a su brillante comicidad,  aunque no debe causarles mucha gracia a los traductores que sin duda se ven en problemas para traducir sus diálogos.

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