domingo, 22 de julio de 2012

Giuseppe Baldini, de El perfume

En la novela El perfume, del autor Patrick Süskind, casi ningún personaje tiene relevancia a excepción del malvado protagonista, Jean-Baptiste Grenouille. Aunque el cómico perfumista Giuseppe Baldini sí logra hacerse atractivo para el lector y sobre él Süskind ofreció algunos elementos que pueden ayudar a hacerle una biografía.
Giuseppe Baldini es, en apariencia, un afamado perfumista italiano, afincado en París, que tiene su taller en las orillas del río Sena. Baldini en realidad es un fracasado que vive del engaño. Es cierto que tiene los conocimientos de un perfumista, pero es incapaz de crear una fragancia agradable. Lo que hace para satisfacer los pedidos de sus clientes es adquirir los perfumes de otros y tratar de imitarlos, pero cuando ni eso logra, simplemente compra la cantidad necesaria.
Sabiendo que su fama va en decadencia, piensa en un próximo retiro para vivir en su natal Italia, muy modestamente. Pero un buen día su suerte cambia de manera inesperada. Un chico con aspecto de vagabundo que apenas puede hablar, le dice que él puede reproducir fielmente el perfume que está causando sensación en Paría. Baldini desde luego no le cree, pero ¿qué puede perder con dejarlo hacer una prueba?
Quizás porque lo encontró en un momento de depresión e inestabilidad emocional, Jean-Baptiste Grenouille consigue que el maestro Giuseppe Baldini le dé permiso de usar su taller y sus sustancias. El procedimiento que utiliza no es el indicado y Baldini se desespera. A punto está de echar a patadas a Grenouille cuando toda la estancia empieza a oler al perfume que tanto ha buscado imitar. Pero allí no termina su asombro, Grenouille le dice que ese perfume es imperfecto y que él puede mejorarlo con mucha facilidad. Y lo hace.
Dado que Grenouille es un huérfano al que un curtidor de pieles esclaviza,  Baldini se lo compra y lo lleva a vivir con él. Representa una farsa en la que aparentemente él le está enseñando sus conocimientos a  Grenouille, pero en realidad ocurre lo contrario. Y no sólo eso, el perfumista hace que su “discípulo” descubra una fragancia tras otra, las mismas que él anota minuciosamente y que pronto lo ayudan a convertirse en el mejor perfumista de París.
Así pasan tres años en los que Grenouille aprende el arte de la destilación y Baldini se hace de un arsenal de formulas que le ayudarán a seducir al mundo. Cuando ya cada uno ha obtenido del otro lo que deseaba, se separan. Todo el premio que Baldini le da al labrador de su fortuna es una carta de aprendiz, pero extrañamente Grenouille no busca otra cosa.
Justo el día de la separación, la casa taller de Baldini se derrumba en el Sena y el perfumista, sus fragancias, sus formulas y su fortuna, desaparecen en el agua. Durante los tres años que lo tuvo a sus órdenes, Baldini jamás sospechó siquiera un poco de la retorcida mente de Grenouille y mucho menos que fuera el más peligroso asesino de toda Francia. Y lo cierto es que tampoco le interesó nunca averiguar algo sobre él, su único objetivo fue explotarlo, el cual logró plenamente, aunque no tuvo tiempo de sacarle demasiado provecho.

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